Hoy que fácil es la intercomunicación con el mundo, teléfonos inteligentes que se conectan con cualquier parte del mundo y con un buen internet acceden a cualquier información; información inmediata, en tiempo real que le ha quitado un poco de peso a los medios tradicionales de comunicación. Estamos en “La Aldea Global”, Marshall McLuhan sociólogo y filósofo canadiense jugó con estos dos términos que parecen contradictorios (la aldea es algo local, de escala reducida, mientras que lo global refiere al mundo entero) para explicar las consecuencias del desarrollo de los medios de comunicación masiva.
Cuando recorría el país, entre jornada y jornada quería estar enterado de los sucesos que se vivían en el mundo, pero en la montaña era bien difícil acceder a la prensa escrita y cuando ésta llegaba generalmente ya traían noticias trasnochadas, pero el afán de leer y conocer la noticia de primera mano me llevaba a su lectura. Al no poder acceder a la televisión, la manera más efectiva de conocer lo que sucedía en la región, en el país o en el mundo era la radio.
La radio tiene ese encanto de sentirse no solo informado sino acompañado; es como si uno tuviera a alguien al lado susurrándole al oído noticias, análisis, datos, memorias, describiendo paisajes y, por supuesto la entretención de la música. En algunos lugares la radio funcionaba como los antiguos radioteatros o las radionovelas ya que se sintonizaban canales de televisión, pero obviamente sin imagen, eso me permitía imaginarme las escenas y hasta participar mentalmente en concursos. La radio me transportaba a mi casa para imaginarme lo que pudiera estar haciendo mi madre en las mañanas, lo que pudieran estar escuchando mis hermanos en horas de la noche cuando estábamos acostados y esperando quien dedicaba canciones a las jovencitas del pueblo, me imaginaba a mi padre dando alguna declaración de tipo social por la emisora del pueblo o cantando en una de las misas a las que asistía. La radio me transportaba por el mundo lejos de la montaña.
Un día me regalaron un radio “multibandas” que tenía AM, FM, SW, LW un radio Radio Sony ICF-SW35 World Band Receivery y desde ese momento mi oreja parecía con una extensión. La radio para informarme, para divertirme, para cantar, para hacerme compañía en momentos de soledad, para sentirme en el mundo, para transportarme a otras localidades; oía radio en español: Nederland de Holanda, NHK del Japón, Radio Habana de Cuba, DW de Alemania, Antena 2 de España, en fin, mi conexión con el mundo era mi radiecito.
He vuelto a mi radio, lo tenía guardado en una mochila de emergencia como recomiendan las autoridades en caso de una catástrofe. Esta es una emergencia, quiero volver a oír el mundo sin la obligatoriedad de la conexión a internet.